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SPEED BALL

SPEED BALL

La noche que murió River Phoenix había muchachitas muy afectadas en los bares. Recuerdo que corrieron torrentes de rimel barato y sollozos de cachemir. Se agotaron los clínex y los mocos, y las copitas de vodka con lima.  

Los rentistas del llanto femenino sacaron partido de sus hombros. Lograron rozar con sus labios la tibieza de un cuello que palpitaba a cada sollozo, para llevarse luego a la boca aquel poso dulzón y pesado de don Algodón, que era el perfume favorito de las hijas del SuperPoP, y se quedaba impregnado en las yemas de los dedos acompañando a otras secreciones más íntimas e inaccesibles.

- Te regalo un chinito de la suerte si dejas de llorar.

Pero la niña seguía con la mirada ausente, con su flequillo cardado y su rimel barato,  invocando entre lamentos las películas del guapo, la del  chapero que sufría narcolepsia en carreteras secundarias de Idaho, la del bronceado en la costa de los mosquitos. El niño guapo que nunca sonreía ni se soplaba el flequillo.

Infarto, dijeron los primeros informativos, infarto de efedrina, coca y caballo.

Dicen que entró al local con su novia de la mano, en la otra llevaba una guitarra. Pacto de silencio en Viper Room, versiones confusas de las superestrellas, yankis adolescentes, politoxicómanos que al parecer no vieron nada.

Al parecer Johnny Depp no le dejó tocar aquella noche de Halloween porque en el escenario se movían convulsas todas las jóvenes promesas de Hollywood y no quiso cortarles el rollo. Entonces al guapo le entró tal berrinche que decidió refugiarse en el baño para tomar todo lo que cayó en sus manos.

Tras el pelotazo empezó a encontrarse mal. Algo no le funcionaba bien. Le faltaba el aire y pedía ayuda con los ojos desorbitados. La mano del diablo le suministro un valium que en lugar de calmar los potros desbocados que trotaban por sus arterias detonaron tres ataques epilépticos.

Nadie sabe a ciencia cierta si salió del baño por su propio pie, o si bien lo arrastraron ya cadáver hasta la calle. Allí estuvo tendido sobre el asfalto durante al menos un par de minutos, hasta que le sobrevino un infarto.

No respondió a los primeros auxilios, ni a los tortazos de reanimación que le propinaron sus amigos y el personal de la ambulancia que acudió en su ya imposible salvación.

Después nada. Absolutamente nada. Silencio y un altar improvisado en el asfalto con velas y sus tomas más agradecidas, el mismo altar de siempre, los plañideros de siempre pasando frío y enjugándose las lágrimas con la mirada perdida.

Turistas pasan por allí, y se hacen una foto sobre su muro de piedras negras…y las muchachitas afectadas, las niñas de don Algodón, que ya no tienen consuelo porque la muerte del guapo se hundió en el olvido y porque Hollywood tiene una habilidad especial por sacudirse la mierda marginal de encima. Sino ¿de qué?, ¿acaso no piensan que si la muerte de este muchacho les fuera rentable no hubieran filmado una película de homenaje?. Hipócritas.

1 comentario

linóleo -

Si te digo la verdad no recuerdo ninguna película suya, ¿me habrán afectao los porros de juventud las neuronas?

Juguete roto.

Aquí le pegan al Meth.

Un saludo