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QUIJOTE

QUIJOTE

Hubo un tiempo definido, apuesto siempre por él, no por la falsa asimilación de ahora. Tiempo: cambio, evolución, degeneración. Hubo un tiempo, digo, en el que pensé que la literatura podría salvarme y ayudarme en eso de entender el mundo.

Caí en la trampa. Pensé que la literatura lograría compensar todo aquello que me escamoteaba una vida insuficiente que nunca me gustó vivir.

En ninguna de sus absurdas manifestaciones me veía integrado. Todo cuanto me rodeaba se me antojaba absurdo e irritantemente vulgar. Era una actitud muy ingenua, la verdad, que afortunadamente ya no me acompaña.

Hasta hace bien poco he comentado con orgullo que mi relación con los libros comenzó cuando ni tan siquiera había aprendido a leer. De niño usaba los volúmenes como entretenimiento para mis juegos. Apilaba los libros en torretas para saltar sobre ellos o para construir fortines inexpugnables de papel.

En aquel cuarto de juegos de la casa de mis abuelos, en aquel ambiente de sordidez literaria, en algún maldito momento debí abrir el primer libro dispuesto a dejarme embaucar. Quizás mi ánimo estaba ya predispuesto antes de que leyera la primera línea. A mí la vida me dolía, y me sigue doliendo, lo que ocurrió fue que la literatura acentuó aún más todos los males que yo atesoraba.

Tempranamente llegué a pensar, - ya infectado de cierto desencanto-, que la literatura me estaba curando, pero ahora que lo pienso era realmente espantoso levantarse deseando ser un insecto rechazado, eso no es ser un buen lector, eso es ser un idiota influenciable.

La primera hostia que se llevó mi vanidad lectora fue una tarde de domingo, en el desaparecido café Maravillas.

Allí nos habíamos citado - dos semanas empezado el primer curso universitario - aquellos que salíamos de nuestros cuartos empapados de candidez y de literatura. Descubrí que había gente mucho más leída que yo, aunque la mayor parte de nosotros nos esforzamos aquella tarde en resultar interesante para el resto. Ahora que lo pienso estábamos realmente infectados, enfermos de literatura.

 Todos y cada uno de nosotros portábamos una insignificante historia, libros de familia convencionales, sin sobresaltos, ninguna muerte de por medio, ni dolores de muelas, ni accidentes de tráfico.

Estrenábamos nuevo viaje con las maletas vacías y los ojos como platos. En el rostro de cada uno yacía calcada la misma expresión lerda y devota de una vida por estrenar.

Aquella noche, ya en la cama y dispuesto a dormir, sentí el arrullo de nuestra conversación en mis sueños y tuve como un calambre estremecedor. Por enésima vez en mi vida me sentí satisfecho con mis actos y caí en el sueño de los justos, o de los imbéciles. Que todo tiene su vuelta de hoja, mire usted.

En cierta ocasión intenté escribir una novela sin tener la menor idea de lo que quería contar. El resultado fue un puñado de párrafos inconexos en los que había pretendido fallidamente contarlo todo.

Como nunca me había parado a determinar la estructura, ni mucho menos un hilo argumental, empleé semanas intentando reparar aquel desastre.

Intenté cohesionar los párrafos, eliminé los adjetivos y aclaré fallidamente una sintaxis tan abrupta que apenas era capaz leer en voz alta cualquier frase sin perder el aliento.

Después de un tiempo, cuando todo el desastre hubo terminado, almacené todo en un archivo de ordenador y no volví jamás a aquellas páginas.

Entre tanto algunos me ofrecían sus textos para que los leyera. Confiaban en mi experiencia lectora, ¡ja!, y aguardaban mis recomendaciones con la intención de mejorar su estilo. Yo descubría, un tanto apesadumbrado, que ellos tenían estilo, yo no, ellos tenían ritmo, yo no, ellos tenían cosas que contar, yo, lamentablemente, NO.

5 comentarios

Soprano -

Cáspita!

Stucco -

El lado oscuro es un estafa; vivimos abrazados a la mentira del triunfo veloz cual galgo corredor y lo que se obtiene es un rocín flaco. El esfuerzo y la constancia nos sacará de aquí, camina hacia la luz...

rictus -

esto es una estafa caballeros, recuerden que vivimos abrazados a la mentira.

Soprano -

Utiliza un texto literario (con su voz, ritmo y estilo) para matar la literatura?

Pardiez con el juntaletras!

Que resuciten Elvis y Quijote.
Y la Tomasa, la de los títeres. Of course

Stucco -

Eso fue un adelanto de algo que llegará a la Tv en un futuro. Era la OT de los escritores: es decir los que sin nada de esfuerzo pretendían convertirse en el grupo del 2098 imitando los clichés de las anteriores generaciones. Es importante tener un café Pombo, sin él no eres nadie y un grupo heterogéneo: el viejo, el joven, el anarca, la virgen, la promiscua (de esas no había), el gay, la gay y el guirigay, además de todos los que luchaban por hacerse los líderes espirituales de esa generación en ciernes. Se hubiera conformado un buen reality (entre tantos neuróticos nominándose unos a otros porque esos adjetivos no les gustaban o aquella "pizpireta" no venía al caso) por ahora sólo han llegado novelitas y poemitas. Si Risto lo deja había muchos entre esos para elegir.